Bares clandestinos en la ciudad de Nueva York
La ciudad de Nueva York ofrece a sus visitantes innumerables atracciones y actividades. Muchas de ellas son mundialmente famosas, pero también hay lugares insólitos y secretos para aquellos que buscan algo diferente y exclusivo. Un ejemplo de ello son los “speakeasy” o bares clandestinos.
Los bares clandestinos aparecieron por primera vez durante la Ley Seca en Estados Unidos, durante la época de la Prohibición de las bebidas alcohólicas entre 1920 y 1933. En aquella época, estos bares eran establecimientos secretos que vendían alcohol de forma ilegal. Generalmente eran muy difíciles de encontrar ya que sus ubicaciones se mantenían en completo secreto ante las autoridades.
Durante el periodo en el que estuvo vigente esta ley, solo se permitía la importación de vino de Jerez con fines medicinales y religiosos. De esta forma, las grandes mafias comenzaron a importar alcohol de forma clandestina desde países cercanos, creándose así estos bares clandestinos en los que se servían alcohol a escondidas. Un buen ejemplo de ello fue Al Capone y otros jefes de la mafia estadounidense, quienes ganaron millones de dólares debido al tráfico y las ventas clandestinas, expandiendo sus actividades delictivas a casi todo el país, e involucrando la corrupción de muchos funcionarios y policías encargados de hacer cumplir la ley seca.
La Prohibición dio lugar al período conocido como los “locos años veinte”, una época de grandes negocios, entretenimiento, jazz, películas y una explosión total de la literatura en Estados Unidos. Todos los aspectos de la Prohibición han engendrado grandes obras literarias, el gran desarrollo del jazz y el blues, y muchas películas que se sitúan entre las grandes de la historia del cine.
Como dato curioso, se sabe que en la época de la ley seca había más de 10.000 bares clandestinos solo en la Gran Manzana.
Por supuesto, muchos de esos bares ya no existen en la actualidad. Sin embargo, hay algunos de ellos que aún se pueden visitar, y que conservan el encanto de aquella época y es difícil encontrarlos si no se sabe exactamente dónde y cómo buscar.
Estos bares se esconden tras puertas secretas en el interior de cafeterías, restaurantes de comida rápida, camuflados en el interior de barberías, lavanderías, etc. En la actualidad siguen manteniendo esa mística que despierta el interés, dando la sensación de descubrir un secreto en cada rincón de la ciudad que nunca duerme.
Por supuesto, esta es una de las mejores cosas que hacer en Nueva York de noche. A continuación te dejamos una lista de las recomendadas para acabar el día escondido en un bar clandestino.
Please don’t tell
Please Don’t Tell (PDT) es uno de los bares clandestinos más exclusivos de Nueva York. Situado en St. Marks Place (East Village) es oscuro y lleno de carácter. Para encontrarlo, debes localizar el cartel de una salchicha gigante con un cartel que indica “Cómeme”. Allí entras a un bar especializado en hot dogs. Justo antes de llegar a la caja donde haces el pedido, hay una cabina telefónica. Esa es la entrada al bar clandestino
Debes coger el teléfono y marcar el 1 para conectarte con el personal que te autorizará la entrada. Se recomienda hacer reserva en su página web con al menos 7 días de antelación, de lo contrario es complicado conseguir mesa. Sus cócteles cuestan unos 15 dólares y abre de 17:00 a 02:00 horas, excepto los viernes y sábados que cierra a las 03:00 horas.
The Back Room
Situado en el 102 de Norfolk Street (Lower East Side). Este bar clandestino es un poco difícil de encontrar. Para llegar hay que caminar hacia el norte por Norfolk Street desde Delancey Street y buscar a mano derecha un cartel que dice “Lower East Side Toy Company”. Una vez que se cruza esa puerta hay que bajar por el callejón y subir las escaleras hasta el bar.
Una vez que se encuentra el bar, se entra en otro siglo: sofás de terciopelo rojo, chimenea, madera y gente bebiendo cócteles en jarras o botellas de cerveza dentro de bolsas de papel, como se hacía en aquella época. Todo ello rodeado de una atmósfera de época que lleva al visitante a un viaje en el tiempo. Como dato importante, tiene precios más asequibles en comparación con otros.
Death & Co.
Ubicado en 433 E 6th St (Lower East Side) no tiene puertas secretas, solo un pequeño letrero de madera en una entrada oscura que puede pasar fácilmente desapercibida. Hay un portero allí, que permite la entrada si hay espacio disponible. No hay reservas y, de esta manera, mantienen su exclusividad.
Es un lugar muy recomendable porque su carta de cócteles creada por Jillian Vose es también una de las mejores de la ciudad.
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