Grand Central New York
Grand Central New York
Scores of tourists visit Grand Central on a daily basis, some people to shop, others to dine, but most to travel. Beyond being a pulsating artery of New York City, the transit center is also a spectacular piece of architecture with undeniable beauty and an incredible history.
Opened in 1913, the station was designed by the architecture studios Reed & Stem and Warren & Wetmore in the Beauxs-Art style and has become one of the most famous monuments in the city.
Like most New York landmarks, Grand Central has fallen out of favor over the last century and, unsurprisingly, has several fascinating stories. From a massive blunder in the sky ceiling to a foiled Nazi plan to blow the station to pieces, to the terminal’s surprising connection to Donald Trump, here we’ll tell you the biggest secrets of Grand Central Terminal.
The Grand Central that you see now is not the original building. In fact, the terminal as it exists today is actually the third iteration of the structure. The original station was known as the “Grand Central Depot” and was built in 1871. It served the region’s three main lines, but the city’s rapid population growth forced its demolition in 1900.
Soon after, a six-story structure replaced the depot and it was renamed “Grand Central Station.” However, the design of Grand Central Station was flawed, as the interior was not prepared to withstand the exhaust fumes of steam trains.
Conductors were often blinded by the smoke ahead and unable to see the tracks, several fatal accidents occurred. Following the death of 15 passengers in a collision, the station was torn down in 1905 and rebuilt as Grand Central Terminal.
Surprisingly, all of these problems were not discovered until well after the station’s opening, and when it was brought to the attention of the Vanderbilt family (the builders of the station) they claimed that the placement was intentional and that the zodiac was intended to be viewed from a heavenly perspective, rather than an earthly one.
But as the New York magazine 6sqft recalls, although divine vision was not uncommon in medieval art, “there is also confusion about its accuracy (in Grand Central), since Taurus and Gemini are reversed in their relationship with Orion, which means that They were painted from a heavenly vision and Orion was painted from an earthly vision.
One of the most incredible secrets of Grand Central Terminal is the secret pathway hidden in its depths. Originally built to transport freight, it was later converted into a private railway used to shuttle the rich and famous guests in and out of the famous Waldorf Astoria hotel.
But the most famous patron of this clandestine railroad was President Franklin D. Roosevelt, who had become a paraplegic (after contracting polio at age 39) and did not want the country to know it.
Just as the city’s businesses come and go, along Track 17 there was a popular spot to watch short films. The cinema opened its doors in 1937 with 242 seats and showed short films, newsreels, documentaries and cartoons, with durations chosen specifically for travellers.
The theater thrived for decades, but it was closed and destroyed in 1967. Shops replaced the theatre, but luckily photos of the impressive set-up still remain.
Most of us are too young to remember a time when smoking in public spaces was totally acceptable. A vestige of this nicotinic past is a small dark spot on the ceiling of Main Concourse, next to Cancer the crab.
In 1998, the city cleaned the roof as part of the Grand Central restoration project. Although most would assume that the thick brown and gray layers were soot and train exhaust, it was discovered that the dirt was actually 70% nicotine and tar.
Just outside the Grand Central Oyster Bar in the lower lobby are four arches linked by a curved ceiling that together create the ‘Whispering Gallery’.
How it works: If one person stands in one corner and another at the opposite end and speaks at a normal volume, the other person will be able to hear everything that is said perfectly. And that despite the fact that there are about 15 meters of distance between them. It is not clear if the resulting acoustic effect was intentional in the design or if it happened by chance.
Above the information booth, in the center of the terminal, is a clock with four dials made from a single piece of precious opal. In total, Sotheby’s and Christie’s estimate the set is worth between $10 million and $20 million.
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Grand Central de Nueva York
Muchísimos turistas visitan Grand Central a diario, algunas personas para ir de compras, otras para cenar, pero la mayoría para viajar. Más allá de ser una arteria palpitante de la ciudad de Nueva York, el centro de tránsito es también una espectacular obra arquitectónica con una belleza innegable y una historia increíble.
Fue inaugurada en el año 1913, la estación fue diseñada por los estudios de arquitectura Reed & Stem y Warren & Wetmore en estilo Beauxs-Art y se ha convertido en uno de los monumentos más célebres de la ciudad.
Como la mayoría de los monumentos neoyorquinos, Grand Central ha caído en desgracia a lo largo del último siglo y, como era de esperar, cuenta con varias historias fascinantes. Desde una enorme metedura de pata en el techo celeste hasta un plan nazi frustrado para volar la estación en mil pedazos, pasando por la sorprendente conexión de la terminal con Donald Trump, aquí les contaremos los secretos más importantes de la Grand Central Terminal.
La Grand Central que se ve ahora no es el edificio original. De hecho, la terminal tal y como existe hoy es en realidad la tercera iteración de la estructura. La estación original se conocía como “Grand Central Depot” y se construyó en el año 1871. Daba servicio a las tres líneas principales de la región, pero el rápido crecimiento de la población de la ciudad obligó a demolerla en 1900.
Poco después, una estructura de seis pisos sustituyó al depósito y éste pasó a llamarse “Grand Central Station”. Sin embargo, el diseño de la Grand Central Station era defectuoso, ya que el interior no estaba preparado para soportar los gases de escape de los trenes de vapor.
Los revisores se veían a menudo cegados por el humo que tenían delante y, al no poder ver las vías, se produjeron varios accidentes mortales. Tras la muerte de 15 pasajeros en una colisión, la estación fue derribada en 1905 y reconstruida como Grand Central Terminal.
Sorprendentemente, todos estos problemas no se descubrieron hasta mucho después de la inauguración de la estación, y cuando se le señaló a la familia Vanderbilt (los constructores de la estación) afirmaron que la colocación era intencionada y que el zodiaco estaba pensado para ser visto desde una perspectiva celestial, en lugar de terrenal.
Pero como recuerda la revista neoyorquina 6sqft, aunque la visión divina no era infrecuente en el arte medieval, “también hay confusión sobre su exactitud (en Grand Central), ya que Tauro y Géminis están invertidos en su relación con Orión, lo que significa que fueron pintados desde una visión celestial y Orión fue pintado desde la visión terrenal”.
Uno de los secretos más increíbles de la Grand Central Terminal es la vía secreta oculta en sus profundidades. En un principio se construyó para transportar mercancías, pero luego se convirtió en un ferrocarril privado que se utilizaba para hacer entrar y salir a los huéspedes, ricos y famosos, del famoso hotel Waldorf Astoria.
Pero el mecenas más famoso de este ferrocarril para clandestinos fue el Presidente Franklin D. Roosevelt, que había quedado parapléjico (tras contraer la polio a los 39 años) y no quería que el país lo supiera.
Al igual que los negocios de la ciudad van y vienen, junto a la vía 17 había un lugar popular para ver cortometrajes. El cine abrió sus puertas en 1937 con 242 butacas y proyectaba cortometrajes, noticiarios, documentales y dibujos animados, con duraciones elegidas específicamente para los viajeros.
El teatro prosperó durante décadas, pero fue cerrado y destruido en 1967. Las tiendas sustituyeron al teatro, pero por suerte aún se conservan fotos del impresionante montaje.
La mayoría de nosotros somos demasiado jóvenes para recordar una época en la que fumar en espacios públicos era totalmente aceptable. Un vestigio de este pasado nicotín es una pequeña mancha oscura en el techo de Main Concourse, junto a Cancer, el cangrejo.
En el año 1998, la ciudad limpió el techo como parte del proyecto de restauración de Grand Central. Aunque la mayoría supondría que las gruesas capas marrones y grises eran hollín y gases de escape de los trenes, se descubrió que la suciedad era en realidad un 70% de nicotina y alquitrán.
Justo fuera del Grand Central Oyster Bar, en el vestíbulo inferior, hay cuatro arcos unidos por un techo curvo que juntos crean la “galería de los susurros”.
Cómo funciona: si una persona se coloca en una esquina y otra en el extremo opuesto y habla a un volumen normal, la otra podrá oír perfectamente todo lo que se dice. Y eso a pesar de que hay unos 15 metros de distancia entre ellos. No está claro si el efecto acústico resultante fue intencionado en el diseño o si fue casualidad.
Encima de la cabina de información, en el centro de la terminal, hay un reloj con cuatro esferas hechas de una sola pieza de ópalo precioso. En total, Sotheby’s y Christie’s estiman que el conjunto vale entre 10 y 20 millones de dólares.
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